La economía clásica siempre tuvo críticos que apuntaban
algunas fallas en la supuesta regulación autónoma de los mercados. Y las
críticas más duras iban hacia el mercado de trabajo, donde la teoría clásica no
podía dar una explicación válida acerca de la existencia de desempleo. De
acuerdo a la teoría clásica los recursos eran siempre plenamente utilizados y
el mercado de trabajo con su permanente desempleo (sub utilización del recurso
mano de obra) fue una piedrecita en el zapato que explicaban con ideas como
desempleo voluntario. La crisis de 1929 no hizo más que amplificar aquellas
partes de la realidad que no encajaban en la teoría económica clásica. El
desempleo en Estados Unidos llegó hasta límites inauditos. Una de cada cuatro
personas estaba desempleada. El presidente Hoover siguiendo las consignas
clásicas promulgó medidas tendientes a disminuir la oferta (disminución del
gasto público, desalentó créditos, disminución de gastos sociales y salarios,
disminución de las importaciones). El resultado fue que la crisis de 1929 se
profundizó y diera inicio en todo el mundo al período de la gran depresión.
Asume Roosevelt en Estados unidos y le da un giro dramático al tema económico.
Decide aplicar políticas que en lugar de desincentivar la oferta y esperar que
el mercado se auto regule, iban a acelerar el proceso incrementando la demanda,
haciendo que los engranajes de la economía vuelvan a girar mitigando el
desempleo y la pobreza. Estas ideas ya recorrían las universidades europeas
desde hacía más de una década impulsadas por su genio creador, John Maynard
Keynes.
(descanso)
Keynes fue un economista británico que en su libro Teoría
General del Empleo, el Interés y el Dinero (1936) propone que la demanda
también puede ser utilizada para fines de política económica, especialmente en
tiempos de desempleo y de capacidad instalada no utilizada. Incrementar la
demanda vía gastos del gobierno podía muy bien ser el impulso necesario para la
recuperación de la economía. Con políticas de este tipo el período de
recuperación sería mucho menor que si simplemente dejáramos trabajar al
mercado.
Keynes proponía en épocas de crisis que el estado debía
incrementar su gasto social y en inversión productiva.
Vamos a enumerar ahora las diferencias entre economía
clásica y economía keynesiana
- con respecto a los mercados
- con respecto al papel del gobierno
- con
respecto a la oferta y a la demanda
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